Evolución de la población en situación de calle en los últimos 20 años
Uruguay ha experimentado un incremento sostenido en la cantidad de personas en situación de
calle durante las últimas dos décadas. Si bien el primer relevamiento oficial data de 2006,
entonces bajo la órbita del recién creado Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), la tendencia
general desde 2006 hasta 2025 ha sido al alza. En 2006 se identificaron en Montevideo más de
700 personas viviendo en la calle (pernoctando a la intemperie o en refugios); para 2011 esa
cifra ya superaba las 1.000 personas en Montevideo (y casi 1300 en todo el país), implicando un
aumento de cerca de un 40% respecto a 2006 en Montevideo.
Las mediciones de los últimos 10 años confirman la tendencia ascendente. Un informe del
MIDES muestran que en 2016 la población en situación de calle en Montevideo alcanzó las
1.393 personas, aumentando a 1.745 en 2019 y a 2.757 en 2023. 1 En otras palabras, la población
en situación de calle en la capital se multiplicó por 4 en menos de 20 años.
A nivel nacional, Uruguay llevó a cabo en 2023 su primer censo con alcance en todo el
territorio. Los resultados preliminares indicaron que hay 3.504 personas en situación de calle
en el país (durmiendo en la intemperie o en refugios), de las cuales casi 8 de cada 10 se
encontraban en Montevideo. No obstante, cabe señalar que en 2023 la proporción de personas
durmiendo efectivamente en la calle (a la intemperie) bajó al 49% del total en Montevideo,
cuando en 2019 representaban alrededor del 60%. Ello refleja la expansión de plazas en refugios,
que absorben a una mayor parte de esta población, aunque el número absoluto de personas a la
intemperie aumentó drásticamente. En suma, la población en situación de calle en Uruguay
se ha multiplicado en las últimas dos décadas, pasando de cifras en el centenar a superar
ampliamente los 3.000 individuos en 2023, consolidando un fenómeno de creciente magnitud a
nivel nacional.
Perfil de la población en situación de calle: características y problemáticas
Aspectos demográficos
Los relevamientos recientes permiten trazar un perfil detallado de las personas en situación de
calle en Uruguay, evidenciando múltiples vulnerabilidades. En términos sociodemográficos, se
trata predominantemente de personas adultas y varones. Según el censo 2023 en Montevideo,
89,2% de esta población son hombres y apenas 9,1% mujeres, con un resto identificándose como
personas trans. Esta brecha de género, si bien históricamente marcada, ha presentado una ligera
feminización en años recientes. La edad media es de 39 años. La gran mayoría son nativos
uruguayos (97% nacidos en Uruguay) pese a un leve aumento reciente de personas migrantes
entre la población de calle (28 personas). El 29% son afros (cuando en el promedio de la
población son un 11%).
1 https://www.gub.uy/ministerio-desarrollo-social/sites/ministerio-desarrollo-
social/files/documentos/publicaciones/Presentacio%CC%81n%20Relevamiento%20Calle%202023.pdf
Educación y trabajo
En cuanto al nivel educativo, predomina la baja escolaridad. Alrededor del 42% de las personas
en situación de calle alcanzaron como máximo la educación primaria, y otro 40% llegó a
cursar como máximo nivel educativo el ciclo básico. Esta limitada formación impacta sus
oportunidades laborales.
En efecto, la situación laboral de esta población está marcada por la precariedad e
informalidad. Según la encuesta del MIDES, dos de cada tres personas en situación de calle
trabajan (casi todos de forma informal) y un 45% está buscando trabajo. Sin embargo, sus
ocupaciones son mayoritariamente changas: los varones suelen dedicarse al cuidado de coches
(cuidaautomóviles callejeros) o a la venta ambulante, entre otros trabajos informales. La
informalidad laboral y los ingresos extremadamente bajos contribuyen a la dificultad de esta
población para salir de la calle y sostener una vivienda.
Adicciones
Dos problemas sociales destacan con especial gravedad en este colectivo: la adicción a
sustancias psicoactivas y los antecedentes de institucionalización carcelaria o psiquiátrica.
Diversos estudios subrayan la altísima prevalencia de consumo problemático de drogas entre
las personas sin hogar en Uruguay. Según el relevamiento 2023, 7 de cada 10 personas
encuestadas declararon consumir sustancias a diario, una tasa que creció respecto a 2020
(cuando era 6 de cada 10). Asimismo, alrededor del 92% en total consumen alguna sustancia
psicoactiva (incluyendo alcohol u otras) con regularidad. Se ha observado un cambio en el patrón
de consumo en años recientes: la pasta base de cocaína (crack) desplazó al alcohol como la
sustancia más mencionada. En 2023, un 77% de la población en calle indicó consumir pasta base
al menos ocasionalmente. El alcohol sigue presente (53%), pero la disponibilidad y el efecto
adictivo de la pasta base han hecho de esta droga un factor central en la cronificación del
sinhogarismo. De hecho, el consumo diario de sustancias pasó de 60% en 2016 al 72% en 2023,
indicando un agravamiento de la problemática de adicciones. Llama la atención que solo 4% de
los consumidores se hallaba en tratamiento al momento del relevamiento (lo mismo ocurría en el
pasado), aunque cuatro de cada diez personas en calle manifiestan haber estado internadas en
centros de rehabilitación de drogas o en programas de tratamiento en algún momento.
Prisión y salud mental
En paralelo, se observa una fuerte correlación entre experiencia de prisión y situación de calle.
Más de la mitad de las personas sin hogar han pasado por instancias de privación de libertad
en cárceles u otras instituciones penales. Datos de la encuesta 2023 revelan que 53% de los
encuestados declara haber estado preso alguna vez (siendo mayor de edad). Por otra parte 10%
estuvo internado en el INISA por conflicto con la ley. Estos datos confirman el “perfil de
liberado” en la población en situación de calle, ya señalado por el MIDES: es decir, un número
significativo son exreclusos que, al salir de prisión, carecen de red de apoyo y terminan viviendo
en la calle. El incremento en las excarcelaciones (liberados) en años recientes ha tensionado los
dispositivos de reinserción, contribuyendo a engrosar el fenómeno del sinhogarismo. En general,
el trayecto institucional de estas personas suele ser amplio: en 2019 se documentó que 82%
había estado alguna vez en instituciones de encierro totales, ya sea cárcel, hospitales
psiquiátricos o (en menor medida) bajo custodia del sistema de protección de menores. Esto
refleja historias de vida atravesadas por la pérdida de vínculos familiares, problemas legales y de
salud mental.
Precisamente, la incidencia de trastornos de salud mental es significativa. En 2023,
aproximadamente 1 de cada 5 (20%) declaró haber estado en algún momento internado en una
institución de salud mental (p. ej. en un psiquiátrico). Muchos casos en la calle están
relacionados con patologías mentales severas no tratadas o con tratamientos interrumpidos. Esta
intersección entre salud mental y sinhogarismo constituye un círculo vicioso: los trastornos
mentales (a menudo combinados con el consumo de sustancias) dificultan sostener vivienda y
empleo, a la vez que vivir en la calle agrava los problemas psiquiátricos.
Síntesis
En síntesis, el perfil de la población en situación de calle en Uruguay se caracteriza por:
predominio de varones adultos, con baja escolaridad, inserción laboral informal precaria, y
altísima prevalencia de adicciones, antecedentes carcelarios y problemas de salud mental. Es
común la ruptura de redes familiares y muchos refieren ruptura de vínculos (43%) como
detonante principal de su situación. Más de la mitad tuvo su primera experiencia de calle en
edades tempranas, lo que indica trayectorias de exclusión prolongadas. Este conjunto de
factores dibuja una problemática multidimensional que va más allá de la mera carencia de
techo: el sinhogarismo en Uruguay está profundamente asociado a factores estructurales
(pobreza extrema, educación, empleo informal precario, falta de acceso a vivienda) sumados a
factores personales (adicción, enfermedad mental, antecedentes penales, quiebre de lazos
familiares).
Politicas
En Uruguay, las políticas públicas para personas en situación de calle han evolucionado desde
medidas de emergencia hacia enfoques más integrales, aunque con resultados limitados. El
MIDES lidera acciones como refugios nocturnos, equipos móviles de asistencia, centros diurnos,
y apoyos alimentarios y económicos como la Tarjeta Uruguay Social. También se han iniciado
programas innovadores como “Viviendas con Apoyo”, inspirados en el modelo “housing
first”, que ofrecen vivienda permanente junto con acompañamiento profesional. Sin embargo, el
número de personas en calle ha seguido aumentando, lo que evidencia que la asistencia
existente no logra revertir causas estructurales como la falta de vivienda accesible,
adicciones, egreso carcelario sin reinserción y problemas de salud mental.
A nivel internacional, Dinamarca se destaca como caso exitoso al reducir el sinhogarismo
mediante un enfoque basado en el bienestar social universal y la implementación del modelo
“Housing First” a gran escala. Desde 2008, este país ofrece vivienda permanente como primer
paso, acompañada de apoyos intensivos en salud mental, adicciones e inclusión laboral, logrando
tasas de retención habitacional superiores al 85%. Este modelo reemplaza la lógica tradicional
de “escalera” por una respuesta inmediata e integral, y ha demostrado ser eficaz incluso
para perfiles complejos. La estrategia danesa también destaca por su énfasis en la prevención
del sinhogarismo mediante subsidios y protección social robusta, así como por su coordinación
interinstitucional entre niveles de gobierno y organizaciones sociales.
Complementando estas experiencias, un estudio en Los Ángeles (Cohen, 2024) proporciona
evidencia empírica sobre el impacto de acceder rápidamente a vivienda: reduce la reincidencia
en el sinhogarismo, la delincuencia y la dependencia de asistencia financiera de emergencia.
Aunque no se detectaron mejoras significativas en salud, los efectos positivos en estabilidad y
autonomía económica respaldan el modelo de “housing first” como coste-efectivo. Para
Uruguay, estas lecciones internacionales y académicas subrayan la necesidad de priorizar la
vivienda como derecho básico y base para la inclusión social, incorporando intervenciones
personalizadas y coordinadas que trasciendan la simple oferta de refugios.